Nada
Ha pasado ya una semana desde que presenté el examen para
ingresar a la Universidad y de que sufrí aquel desmayo en el metro. Recuerdo que a la
mañana siguiente de esto, mi hermana les
platicó a mi mamá y a mis demás hermanos lo que había pasado. Ellos se sorprendieron al escuchar lo
que me sucedió, y le cuestionaron a mi
madre por qué no les había dicho nada; y ni me había llevado al doctor a que me revisara. Yo en otra habitación
escucho lo que dicen y pienso que exageran
las cosas, o tal vez, sé que eso no es normal y trato de negarlo.
Después de una larga plática familiar, mi madre me advierte
que no pasará de esta semana para que me revise un doctor. El Viernes por la tarde
vamos juntos a consulta con un medico particular. En la sala de espera nos reímos, no si sea de
nervios o sea una risa sincera. Cuando llega nuestro turno el doctor nos pide
explicarle el motivo de nuestra visita; yo le digo mis síntomas y el me mira
con un cara de preocupación.
Me revisó como lo
hace comúnmente: me tomó los signos vitales, ya sabes: presión arterial,
temperatura, peso y el color de mi piel. Al terminar vuelve a su lugar y recuerdo muy bien lo que le dice
a mi mamá: Señora el estado de salud de su hijo no es el mejor, lo que más me
preocupa, es que veo un grado de anemia muy alto. E incluso a mi parecer esto
se debe a un problema renal; y en mi
particular punto de vista no serviría que le recetara un medicamento, lo que yo
le recomiendo es que le realice un examen de sangre y lo lleve a un hospital.
La expresión de mi mamá en es momento cambio por completo; ella demuestra preocupación y un poco de culpa.
Al salir del consultorio trato de tranquilizarla, pero solo veo sus ojos llenos
de llanto. Cuando llegamos a mi casa, me
siento cansado, o tal vez, eso es lo que quiero sentir; dejo a mi mamá en la sala, le doy un beso en la
frente y me retiro a mi cuarto.
En mi habitación, pienso en lo que dijo el Doctor. A lo
lejos escucho una conversación, en la
que hay llantos y gritos. Yo no quiero saber más de ese día cierro mis ojos y
me duermo.
A la mañana siguiente, mi mamá me levanta para que salgamos hacia un hospital. Me dice que consiguió una
cita con un Doctor en el Hospital General, que tenemos que llegar muy temprano. Cuando estamos en el hospital, el Doctor nos pide que
vayamos a los laboratorios, a que me realicen los estudios clínicos urgentes. Después
de esperar los resultados el doctor dice las palabras que cambiaron
totalmente mi vida.
“Su hijo tiene insuficiencia
renal, necesita un trasplante de riñón”
No hay comentarios:
Publicar un comentario